jueves, 9 de junio de 2011

El copite: una especie forestal maravillosa

Érika Castillo Pérez
y Patricia Negreros Castillo

(Centro de Investigaciones Tropicales de la Universidad Veracruzana )


El estado de Veracruz cuenta una gran diversidad de árboles frutales silvestres, muchos de ellos conocidos sólo por los habitantes de las localidades donde se les encuentra. Este es el caso del copite, un árbol poco conocido en la entidad pero que es el símbolo de Quintana Roo. Este árbol tiene múltiples cualidades, pues contribuye a mejorar la salud, la alimentación y la economía de las familias en las localidades rurales, lo que lo hace un árbol maravilloso.
Su distribución abarca desde México hasta Centroamérica. En nuestro país, se le encuentra en los estados de Veracruz, Chiapas, Campeche, Quintana Roo y Yucatán. Se ha encontrado que el copite vive en zonas donde la elevación sobre el nivel del mar alcanza hasta los 500 metros y que tienen una precipitación anual de 1000 milímetros. En forma silvestre vive en las selvas denominadas baja caducifolia, mediana subcaducifolia, selva alta y baja perennifolia, ecosistemas que se caracterizan por tener una alta diversidad biológica y porque además producen una gran variedad de materias primas que sirven para satisfacer las necesidades humanas.
El nombre científico del copite es Cordia dodecandra A.DC. Pertenece a la familia Boraginaceae, la que, además del copite, incluye aproximadamente noventa géneros más, trece de los cuales son nativos de Veracruz. Se le conoce con diferentes nombres dependiendo de la entidad; por ejemplo, se le llama siricote en Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, copite en la zona centro del estado de Veracruz y Yucatán, trompillo en el centro de Veracruz y chakopté, k´an-k´opté o kopté, en Yucatán. En lo que se refiere al género Cordia, este tiene varias especies en nuestro estado, entre las que podemos mencionar a C. dentada, C. alliodora, C. ambigua, C. boissieri A. DC., C. diversifolia y C. megalantha.
El copite es un árbol caducifolio, esto es, que pierde sus hojas durante la floración; de esta manera, las flores son más visibles a los polinizadores. Puede alcanzar hasta 30 metros de altura y un diámetro de 70 centímetros; la copa es redonda y piramidal, la corteza es fisurada, ligeramente escamosa con un grosor de diez a veinte milímetros, y las hojas son simples, de ovaladas a elípticas, muy ásperas, especialmente en el haz, se disponen en espiral y se aglomeran en las puntas de las ramas.
Las flores tienen el cáliz en forma de campana, en tanto que la corola parece una trompeta de color anaranjado brillante. La floración ocurre prácticamente a lo largo de casi todo el año, y en muchas ocasiones aparece cuando el árbol carece de hojas. Los frutos son drupas que varían de tres a cinco centímetros de largo y tienen un peso de 25 a 55 gramos.

Importancia y usos
El copite es muy apreciado desde hace mucho tiempo en los lugares en los que la gente conoce sus beneficios. Esto se debe a que prácticamente todas las partes que lo conforman tienen alguna utilidad.
La madera es muy dura, de buena calidad y muy resistente. Es de color oscuro y su veteado la hace sumamente atractiva, lo que la hace muy adecuada en la decoración. Se usa para fabricar una enorme variedad de artículos, tales como horcones, columnas, engranes de trapiche, redilas, muebles finos, artículos torneados, incrustaciones, barrotes, reglas, tablas, lambrín, carrocerías, puentes, artículos de escritorio, costillas y fustes de sillas para montar, artesanías y duelas. Incluso se utiliza para la fabricación de instrumentos musicales, como guitarras, arcos de contrabajo, violoncelos, violines y violas, entre otros, por lo cual la madera del copite es muy apreciada en todo el mundo por su calidad y la facilidad con la que se le trabaja.
Los frutos son comestibles, pero tienen un sabor poco agradable, por lo que normalmente se cuecen con azúcar para elaborar dulces y jaleas –formas en las cuales es muy apetecible– para el consumo familiar y su venta en el mercado local. Cuando está cruda, la fruta tiene un color amarillo intenso, con apariencia semejante a la de la guayaba, en tanto que su interior es como un durazno y tiene en su centro una semilla similar a la almendra. Fresca, despide un olor parecido a la manzana, y cuando se prepara en dulce su sabor es parecido al del higo.
El copite también tiene usos medicinales, para lo cual se emplea la corteza y la madera en infusiones para combatir las afecciones respiratorias, la diarrea y la disentería; sin embargo, estos usos medicinales no han sido comprobados científicamente.
Por su rigidez, áspera y resistente, las hojas se emplean para lavar trastos y como sustituto de la lija. En algunas de las localidades del centro de Veracruz, como La Candelaria, aún se siguen utilizando las hojas del copite con esos fines.
Aunque pequeñas, las flores son muy vistosas por su forma y por su color naranja intenso, razón por la que en algunas ciudades tropicales de México se les encuentre frecuentemente en calles, parques y jardines. En algunas localidades de Veracruz, como La Candelaria y Santa Inés, las señoras comentan que cuando eran jóvenes solían elaborar collares con las flores del copite.
En nuestro estado, dada la escasez de áreas silvestres, este árbol forma parte de las cercas vivas o como sombra para el ganado. Una cerca viva proporciona además fruta que sirve como alimento para las vacas u otros animales. Algunos especialistas lo han recomendado también para la apicultura.
Además de proporcionar múltiples servicios, el copite también brinda beneficios ecológicos, pues su abundante follaje protege la superficie del suelo contra la erosión y lo provee de materia orgánica, alimenta a la fauna silvestre y sus raíces mejoran el drenaje del suelo.
En la zona central de la entidad, el copite es a veces simplemente tolerado por la gente. Es poco frecuente que se siembren plantas de esta especie debido a que se prefieren otros cultivos, como el limón o el cedro, especies que parecen más redituables. El porcentaje de autorregeneración de este árbol es muy bajo debido a que las plántulas que crecen son aplastadas por el ganado o mueren cuando se queman los pastos, por lo que sus poblaciones corren el riesgo de desaparecer en algunas zonas.
Como sabemos, el copite es una especie que tiene un gran potencial de aprovechamiento pero no es común ver plantaciones de esta especie para obtener madera. Lo mismo sucede con el fruto procesado, pues a pesar del agradable sabor de los dulces de copite, su consumo en las localidades ha disminuido y actualmente hay pocas personas que se dediquen a procesar y vender el fruto dentro y fuera de sus pueblos.
En los últimos años, dependencias como la Conafor, INIFAP y Sedap se encuentran interesadas en esta especie. Un ejemplo de ello es el vivero de la Sedap en la localidad de Tolome, municipio de Paso de Ovejas, que se dedica a la colecta de semillas para la producción de plantas. Una parte de las plantas se distribuye entre los productores que la solicitan al vivero y otra se envía al municipio de Boca del Río para su siembra en calzadas y parques.
Especies como el copite requieren de programas dirigidos a su investigación y de programas de manejo que generen nuevas alternativas para su comercialización, debido principalmente a que así se tendrá acceso a nuevos productos; de este modo, se verán beneficiados los productores que vivan en regiones donde ya se encuentren establecidos los árboles de copite, así como las familias que obtienen parte de sus ingresos de la venta del fruto procesado. Sin duda establecer nuevas plantaciones también fomentará la conservación de la especie al evitar que continúen disminuyendo sus poblaciones.
Conocer los elementos que conforman los ecosistemas y entender su funcionamiento es indispensable para su conservación, pues sólo si los conocemos podremos apreciarlos, y si los apreciamos entonces seremos capaces de cuidarlos y utilizarlos de forma sustentable, esto es, cubriendo nuestras necesidades sin que lleguemos a acabar con la especie.

Para el lector interesado:
Benítez B., G., Pulido S., M.T.P. y Equihua, M. (2004). Árboles nativos de Veracruz para reforestación, restauración y plantaciones. Xalapa: Instituto de Ecología-Sigolfo.
Durán G., R., Dorantes E., A., Simá P., P. y Méndez G., M. (2000). Manual de propagación de plantas nativas de la Península de Yucatán.
Mérida: Centro de Investigación Científica de Yucatán, A.C. Nash L., D. y Moreno P., N. (1981). Flora de Veracruz (Fascículo 18). Xalapa: Instituto Nacional de investigaciones sobre Recursos Bióticos.
Rzedowski, J. (1991). El endemismo en la flora fanerogámica mexicana: una apreciación analítica preliminar. Acta Botánica Mexicana,15, 47-64.
Vázquez Y., C., Batis M., A.I., Alcocer S., M.I., Gual D., M. y Sánchez D., C. (1999). Árboles y arbustos potencialmente valiosos para la restauración ecológica y la reforestación. Reporte Técnico del Proyecto J084. México: Conabio-Instituto de Ecología de la UNAM.