martes, 12 de julio de 2011

No por mucho madrugar, amanezca más sustentable…



Sergio Armin Vásquez Muñoz







Usar el término desarrollo sustentable o sostenible, parece ser un asunto de última moda y un grito de batalla para la defensa del medio ambiente. De unos años a la fecha, gobiernos, empresas, instituciones, organismos y medios de comunicación han usado el término y creado formas de pensamiento y acciones alrededor de este tema, para convencer a la sociedad de la necesidad de cuidar los recursos naturales que aún sobreviven. Así, se puede escuchar “desarrollo sustentable”, “ciudad sustentable”, “casa sustentable”, “gobierno sustentable”, “material sustentable”, etc. Es más, la organización ambientalista Greenpeace publicó en su web la “Guía básica para el sexo sustentable”. Sin embargo, aunque lo pareciera, el término no es tan nuevo ni tan simple como pudiera suponerse.
La historia del término “desarrollo sustentable” se inicia en la década de los años setenta cuando la defensa del medio ambiente se convirtió en uno de los temas más importantes de las campañas y agendas políticas en distintos países, herencia de los movimientos sesenteros. En junio de 1972, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente, celebrada en Estocolmo, Suecia, se consolidó la convicción de que se estaba atravesando por una crisis ambiental a nivel mundial. A partir de entonces, se reconoció que el medio ambiente es un elemento fundamental para el desarrollo humano. ¡Vaya descubrimiento!
En 1983, la ONU crea la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas. Esta Comisión presenta en 1987 (es decir, hace 24 años) el documento llamado “Nuestro futuro común", también conocido como Informe Brundtland, por el apellido de la especialista que encabezó la investigación. En este estudio se advertía que la humanidad debía cambiar sus modalidades de vida y de interacción comercial, si no se deseaba el advenimiento de una era con inaceptables niveles de sufrimiento humano y degradación ecológica (cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia).
Es en este documento en donde el término desarrollo sustentable adquiere su primera definición, entendido como “satisfacer las necesidades actuales sin poner en riesgo los recursos de las generaciones futuras”, basado en tres ámbitos básicos: económico, social y ecológico.
Con esta perspectiva, se iniciaron programas y proyectos que trabajarían para construir nuevas vías y alternativas con el objetivo de enfrentar los problemas ambientales y, al mismo tiempo, mejorar el aprovechamiento de los recursos naturales para las generaciones presentes y futuras. Pero no era todo. Poco a poco, con el devenir del tiempo y el cambio de las circunstancias, sobre todo en lo que a cuestiones climáticas se refiere, los teóricos, investigadores y defensores del medio ambiente, se han dado cuenta de que no sólo se trata del diseño de políticas y estrategias, sino que se requiere de un cambio real, tangible y consciente del ser humano, para minimizar, y en su caso detener, los enormes daños que han significado un irreversible impacto sobre el medio ambiente, en todos sus contextos. Todo ello sin contar que el consumismo es en buena parte el culpable de esta desgracia.
Lo paradójico del asunto es que el desarrollo sustentable busca cuidar los recursos actuales para no comprometer los del futuro, cuando el problema es que lo que hay actualmente apenas alcanza para satisfacer las necesidades de las generaciones que son presentes, que están vivas y que requieren de alimento y agua para cubrir sus necesidades básicas.
En el caso de los alimentos, véanse por ejemplo a nivel mundial los casos de Etiopía y otros países africanos, donde desde hace muchos años no hay qué comer. Sin ir tan lejos, véanse los lamentables casos de diferentes puntos de la geografía nacional y estatal, donde se sufre del mismo mal. Y aunque en muchos lugares se hacen esfuerzos por cultivar la tierra, sembrando básicamente maíz y frijol, las cosechas son raquíticas debido al deterioro de los terrenos por la erosión, la tala irresponsable, el uso de fertilizantes y herbicidas, la falta o exceso de lluvias, las heladas que dañan cosechas completas, en fin.

En el caso del agua, cada año los periodos de estiaje son más prolongados y se recurre a los tandeos que resuelve a medias, la necesidad de unas cubetas de agua para lavar el baño, los trastes y darse aunque sea un baño “de avión” (sólo las alas y el motor). La Ciudad de México era un claro ejemplo de este problema, pero actualmente casi todas las ciudades padecen y sufren la carestía del valioso líquido. Por otro lado, los periódicos citan continuamente la muerte de ganado y hasta personas por el calor y sequías extremas.
Siendo honestos con nosotros mismos, el problema es muy grave, pero la publicidad se empeña en convencernos de cuidar los recursos para “el futuro”, un futuro lejano y ajeno. En mi caso afirmo que debemos cuidar los recursos para el presente desde el presente, con lo cual estará garantizado un futuro menos caótico y apocalíptico.
Aquí cabe emular la frase de que lo que no hagas por ti mismo y por los tuyos, simplemente no lo hará nadie. Es decir, aunque los gobiernos, instituciones y empresas promuevan megacampañas para el cuidado del ambiente y el agua, en muchos casos suena bien pero no sabemos si sólo es un medio para hacerse publicidad, para justificar gastos o deducir impuestos y estar “ad hoc” con la globalización.
Por su parte, los gobiernos (en sus distintos niveles) hacen proyectos y políticas de papel muy ambiciosos, que sólo quedan en eso, en papel, pues al acabarse los periodos se termina el compromiso. Las instituciones se dedican a buscar presupuesto y luego justificarlos. Las empresas por su parte simulan estar comprometidos, pero no dejan de contaminar los ríos y el aire todos los días, por muy ecológicas que sean sus infraestructuras. Claro que habrá excepciones, pero aquí sí, hasta no ver no creer. De cualquier manera, sería un error dejar que todo lo resuelvan ellos, porque todos contaminamos en mayor o menor medida.

Ciudadano Sustentable
En este sentido, insisto en que el compromiso con el ambiente debe ser individual en principio, para moldear gradualmente un modelo de “ciudadano sustentable”, que además de estar a la moda con el término, implica que cada persona sea responsable en su quehacer y entorno, para favorecer el cuidado del agua, la energía, las áreas verdes y el manejo inteligente de la basura, desde el presente, para no comprometer el futuro, entendiendo como futuro el día siguiente inmediato. Para qué sufres por la extinción de especies y el deshielo de los polos, si dejas encendidas todas las luces de tu casa cuando te vas a trabajar. Te das golpes de pecho cuando miras los ríos contaminados, pero te vale madre y tiras la bolsa de Sabritas por la ventanilla del autobús o del coche, o si para bañarte tardas media hora, o te lavas los dientes con la llave del agua abierta. Para qué lloras por las consecuencias de los temblores, si creas volúmenes enormes de basura cuando haces una fiesta, por ejemplo, sólo por el hecho de usar utensilios desechables. En fin.

No necesitas salir de tu casa para cuidar tu medio ambiente
Aunque parezca chiste de Polo Polo, aún hay quien cree que el medio ambiente es una ciudad o “algo” que está muy, muy lejano. Medio ambiente es todo lo que nos rodea. Lo que nos protege o afecta como seres vivos. Según Wikipedia, es un “conjunto de valores naturales, sociales y culturales existentes en un lugar y un momento determinados”. No se trata sólo del espacio en el que se desarrolla la vida, sino que también abarca los “seres vivos, objetos, agua, suelo, aire y las relaciones entre ellos, así como elementos tan intangibles como la cultura”.

Guía básica del ciudadano sustentable
Para asumir la actitud del ciudadano sustentable, aunque suene cursi o femenino, podemos empezar con cosas simples desde la propia casa, oficina, taller, o cualquier contexto en el que habites. He aquí algunas ideas, a manera de sugerencia, ya que cada quien puede a su modo y desde su trinchera, inventar nuevas formas de cuidar el medio ambiente.
• El agua es el recurso natural que cada vez veremos menos. Lo que hasta hace unos años eran mantos acuíferos, ríos cristalinos o manantiales transparentes, hoy son sólo recuerdos de lodo y jabón enmarcados en fetidez. Por ello, la idea es bañarse en menos tiempo, lavarse los dientes con un vaso con agua, poner un tabique a la caja de agua del baño para reducir el volumen de descargas, orinar papá e hijo o mamá e hija, para que en vez de dos sea sólo una descarga.
• Reducir el gasto de energías. Se puede empezar con apagar las luces que no se ocupan, usar focos ahorradores, desconectar aparatos inactivos, calentar menos tiempo el boiler, calentar el motor del coche tres minutos o menos, preferir caminar en tramos cortos.
• Reducir los volúmenes de basura que generamos, aplastando cajas y embases, llevando bolsas propias para hacer compras y evitar el uso de desechables.
• Reutilizar. Para lo que para unos es basura para otros es algo valioso. Deshazte de los objetos que no ocupes, vendiéndolos o regalándolos a quienes creas que lo pueden reutilizar.
• Reciclar. Las latas de aluminio y el PET son objetos que generamos diariamente. Si tienes espacio, puedes juntar un volumen importante y venderlo posteriormente. En el caso de las oficinas, se puede reutilizar el papel imprimiendo en ambas caras o estableciendo canales de comunicación electrónicos en vez de escritos.
• Desechar las pilas. Las pilas usadas son altamente contaminantes. De hecho, se deben quitar del juguete o aparato una vez que ya se descargaron, ya que al permanecer sin uso por tiempo prolongado, liberan químicos que contaminan y literalmente queman los mecanismos electrónicos. Por ello, al terminar su vida útil, deben llevarse a los depósitos de pilas usadas, dispuestos en centros comerciales o ecológicos.
• Cuidar y sembrar árboles. Los árboles proveen oxígeno y conservan la humedad y los nutrientes de la tierra, por lo que aunque es una actividad difícil para quien no tiene el espacio o las condiciones adecuadas, la idea es sembrar árboles donde se pueda. Es este sentido, lo mínimo que se puede hacer es cuidar las áreas verdes que ya existen.

No estoy descubriendo el hilo negro, pues estas actividades ya se han sugerido en otros espacios, en otros foros y por muchas personas. Pese a ello, pocos son quienes lo han puesto en práctica, por lo que hay que insistir y machacarlo, como se hacía antes con las tablas de multiplicar, para lograr cambios tangibles al final del día, ya que hoy ser sustentable no sólo es una moda, es una necesidad.